sábado, 5 de febrero de 2011

Cuento para Carolina

El tiempo y su paso. El camino que se recorre y los mundos por los que pasa tu mente mientras el movimiento del tren te transporta por la imaginación.

No sé porqué. Ni cómo llegamos a estar envueltos en aquel viaje. Solo sé que recorríamos en raíles de metal el camino que nos llevaría hasta Sri Lanka.

Serían las cuatro o las cinco de la tarde. El sol alumbraba dentro del vagón, solo tapado un poco por una tela marrón que querría imitar a una cortinilla, el encanto del intento de aparentar ser algo mejor. Aquel tren se encontraba arrebatadoramente usado. El tiempo y las personas que lo ocuparon le dieron la categoría de ser un espacio en el cual encontrarse especialmente cómodo. Viajar y sorprenderse positivamente de los pequeños detalles, admirar lo insignificante. Una sensación que merece la pena sentir.

Mi mente volaba, recordaba, disfrutaba… Respiras más fuerte y con más intensidad cuando vives la vida de una forma diferente.

Aparecías nuevamente por la puerta y te observé como si fuera la primera vez que te veía. Una mujer morena  como tu, con esos labios tan intensos y con una mirada que demostraba personalidad. Tu piel, preciosa, tostada por los rayos del sol de aquellos paisajes que recorríamos, de un marrón tan intenso que la hacia brillar. Chocolate  capuchino. Debe estar rica. Me encantaría probarla.  Vestías con un conjunto de una única pieza, tirantes finos y tela blanca decorada con rojo, naranja, rosa… bonita combinación, sencilla, pero perfecta en ti y en ese momento.  La tela era fina y  debido al calor del lugar y el poco aire, se encontraba pegada a tu piel como si fuera parte de ella, marcando cada curva, cada entorno de tu cuerpo, haciendo que tus pechos resaltaran  en mitad de la tela blanca con aquellos circulitos endurecidos por el cambio de temperatura, haciendo desear probarlos, saborearlos, tenerlos entre los labios. Venias del servicio de refrescarte. Acababas de despertar del sueño al que te había trasportado el traqueteo del tren.

Te sentaste enfrente mí mirándome fijamente a los ojos, mientras acariciabas levemente tu nuca. Dejabas que te observara mejor, que recorriera con mi mente cada centímetro de tu piel.  Y me gustaba. Tus piernas largas y la falda que te llegaba por la pantorrilla... ufff, que sensual era aquella imagen. Las rodillas y el camino hacia el interior de la tela. Nuestros ojos se cruzaron y se clavaron los unos en los otros. La comunicación sin necesidad de hablar. La transmisión de los deseos sin necesidad de expulsar palabras. Qué estarías imaginando tú? Yo lo tenía claro… deseaba saborearte entera, agarrarte de la cintura y pegar tu cuerpo al mío, subir la tela y conocer el tacto de tu piel.

Ufff ahora solamente estabas sentada enfrente, con la espalda apoyada bien sobre el respaldo y con deseos de estirarte. Tus manos se entrecruzan y levantas los brazos, resaltando en ese gesto la belleza de tu cuerpo. Sabes lo que quieres y lo que yo deseo, te preparas para ello. No puedo evitarlo…. Me parece excitante en ti hasta ese simple ejemplo. Al terminar de estirarte, mis labios se encuentran en los tuyos. La humedad de la carne sobre la carne… la suavidad del beso, el deseo que transmitimos en el mientras las manos empieza a recorrer la piel. Me quitas la camisa rápidamente, con una agilidad inusual…. Y la tiras al suelo al mismo tiempo que me lanzas contra mi asiento. Te paras, me miras. Comienza el juego y a ti te encanta. Me observas y no dejas que me mueva. Por donde andará tu imaginación?  Te levantas enfrente de mí y sin dejar de mirar te vas quitando levemente, poco a poco, las bragas. Te observo sentado en el asiento y me parece extremadamente sensual la forma en la que lo haces. Recorro con la mirada la piel de las piernas, recorro con la imaginación el sabor de la piel. No resisto, te acerco a mí y mis labios empiezan a besarte, a recorrer el interior de las piernas, los muslos. Unos labios carnosos que te rozan. Mientras las manos están en la parte posterior acariciando levemente la piel color chocolate que tanto deseo y tanto me excita mirar. Tus brazos sobre mi espalda desnuda. No puedo evitarlo, mi dedo acaricia suavemente desde atrás tu sexo, mientras los labios se van acercando al final de tus piernas por el interior de las mismas…

Es ahora la lengua la que comienza en esos últimos centímetros a recorrer la piel. El calor es intenso pero justo lo necesario. Todo se convierte en  espacio estrecho, en deseo de estar más cerca. La tela del vestido estorba... Solo quiero encontrarme con tu piel, contigo, con tu cuerpo cada vez más excitado.

Me echas nuevamente hacía atrás...me tiras hacia el asiento. Vas desabrochando el pantalón y lo bajas. No llevaba ropa interior. Te paras un segundo y me observas nuevamente… mientras tu mano, tus dedos, acarician tu propio cuerpo. Suave, lento, tranquilamente jugando con mi deseo por tenerte nuevamente en mi… sobre mi. Deseo romper  los tirantes del vestido y verte semidesnuda. Ver tus pechos, desearlos, acariciarlos… comérmelos. Sabes jugar y sabes excitarme.

Te sientas encima mía y con las manos agarras mi nuca y comienzas a besarme mientras te mueves sobre mi… intenso, fuerte.  Te noto! Noto cómo me acaricia tu cuerpo, cómo la piel se encuentra entre los dos sexos, cómo cada centímetro de mi mente se encuentra en una nube placentera en cada movimiento lento. Te beso, me besas, mis manos agarran tus muslos y el movimiento se va haciendo más rápido. Me muerdes por el cuello, me besas, te acercas… La excitación es cada vez mayor. Mis manos están por dentro de tu falda… acariciando la piel de tu cintura, sintiendo en las manos los movimientos de tu cuerpo, con los ojos cerrados para volar en cada roce de tus labios en mi cuerpo. Sexo sobre sexo… Roce… Excitación cada vez mayor. Basta!! Ahora me toca a mí.

Te levanto y te coloco de espaldas. Con los brazos agarrados sobre el reposa maletas. Con  la nuca descubierta por tu corte de pelo. Tus hombros resaltados por la posición y tu maravilloso culo… ufff. Te agarro con fuerza por la cintura y me acerco a ti. Comienzo a besarte entre el cuello y los hombros. Sientes la humedad de los labios y se eriza tu piel. Ahora mi cuerpo esta pegado sobre el tuyo, moviéndose en una cadencia similar. Mi mano derecha se encuentra sobre tu estomago sobre tu parte delantera recorriéndote. Mientras la izquierda empuja tu cintura sobre mí, sobre mi sexo, que lo sientes rozándote, acariciándote. Mientras la lengua ahora se concentra en recorrer tu nuca. La excitación de los dos cada vez es mayor y mayor. Carolina, te gusta, te gusta cómo en ese momento la piel se te eriza, cómo te encuentras excitada por el movimiento, por las caricias y por sentir sexo con sexo juntos en aquella situación.


Mis dedos se introducen en ti. Mientras los de la mano izquierda llegan hasta tus labios para humedecerlos. Los muerdes. Juegas. Dios! en cada instante la piel y su sensualidad desprende más y más pasión… Ufff... Deseos  de poseerte, de estar dentro de ti. Y de notar como tu mente vuela en la excitación. Mis dedos siguen recorriendo tu sexo cada vez más excitado. Tu cintura se mueve con mayor rapidez.

Te tumbo. Ya casi desnuda del todo y yo totalmente excitado, me paro, te observo por un instante. Tus ojos miran directamente a los míos y nos deseamos. Deseamos tenernos, poseernos en ese instante. No puedo más y levemente voy penetrando en ti. Suave con tranquilidad para sentirlo con la mayor intensidad posible. Uff Dios que rico! Tu cara, tus ojos en cada movimiento… saliendo… entrando… Tus manos, que se aferran a mis hombros para controlar el movimiento. Tus pezones excitadísimos… me encanta saborearlos. En cada movimiento mayor es el grado de excitación de nuestra sensualidad y de nuestros deseos.


Salgo de ti y me siento un segundo. Tú totalmente excitada, enfrente de mí, te vas sentando a horcajadas y vas notando como el sexo entra en ti, cómo tus labios se muerden del placer y yo me pierdo en todo lo que me das… hasta el final... hasta el último centímetro, el roce, el calor, la humedad, el juego...

Nos movemos, te mueves sobre mí. Cada vez un poco más rápido. Ahora si, ahora puedo acariciar con los labios húmedos tus pechos. Que ricos, como me lo imaginaba, saben a chocolate con cierto aroma a capuchino. Los movimientos se hacen más rápidos. Y más rápidos. La excitación es mayor. Estoy dentro de ti, y fuera al mismo tiempo. Todo se potencia. Un poco más, un poco más.

Quiero morder tu espalda. Te doy la vuelta y desde atrás nuevamente me voy  introduciendo en ti. Mis manos agarran fuerte tu cadera y mis labios junto con mis dientes van acariciando tu espalda, tu piel. Sientes mi respiración en la nuca mientras te penetro esta vez con fuerza, con mucha fuerza, para llegar hasta el final de ti. Ya no importa nada, ya solo queda disfrutar y encontrar el clímax. Cada vez los movimientos son más y más rápidos.  Sólo alcanzo a apretar con fuerza mis manos sobre tu cadera mientras la penetración se hace más dura, más fuerte y más intensa sobre ti. Tu sexo está húmedo y tú muy excitada, cada vez más y más. Gimes, dejas escapar pequeños gemidos que se pronuncian con la fuerza del movimiento, y que a mí me llevan a un placer mayor. Que rico… Que intenso…Pego mi pecho a tu espalda y sientes mejor lo que deseas. Sientes mi respiración en ti. Tu excitación alcanza su punto mayor: pierdes el control. Estás totalmente excitada. Estás llegando al mejor momento. Quieres más y más. Los movimientos son perfectos en cada instante, encontrando cómo a cada momento todo está más excitado. Lo sientes!! Sientes el placer, sientes cómo todo te recorre mejor por todo el cuerpo. Ahora un instante. Me muevo hacia atrás nuevamente, suave… saliendo de ti… para volverme a introducirme con fuerza, pero lentamente, haciéndote sentir una explosión de excitación mientras mis manos agarran tus pechos. Ufff… Nunca antes habíamos estado tan calientes.

Seguimos con fuerza, cada vez más y más fuerte, cada vez más intenso. Mis dedos excitan tu clítoris mientras el sexo queda junto con el sexo. Hace que nuestros cuerpos se muevan a la velocidad del deseo de sentir con mayor intensidad la excitación de dos cuerpos.

No puedes más y no puedo más… explotamos de placer. Estallamos en la lujuria. Ufff que rico sentir como nuestros cuerpos llegan al mayor punto de placer. Como la energía de ese instante es tan intensa y llena de vida... ufff… que rico!!

Vamos descendiendo la cadencia de nuestros movimientos para disfrutar de los últimos instantes de un orgasmo que nos deja sumidos en el mayor placer posible. Relajados. Relajándonos. Disfrutando de la sensación  de cómo nuestros cuerpos se acarician, como la piel junto a la piel húmeda por el sudor del juego nos llama a la intimidad entre los dos. Deseo besarte, sentir nuevamente tus labios sobre los míos.
 Mientras nuestros cuerpos no se separan. Mientras la piel del uno siente la del otro.

Llaman a la puerta del vagón! Uppsss… nos estaban observando!

1 comentario:

  1. Cansino, que eres un cansino. Centrate en otra cosa o dedicate a esto de una vez. ;P

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